El impacto de la violencia organizada en la educación: Donde volaban las cometas hoy mueren los sueños.
Incrementan los homicidios perpetrados a estudiantes en Picoaza.
NACIONAL
Alex Eduardo Berrones Merchan
9/1/20247 min read
El alba de la “ciudad florida de arrabales lindos”, como es conocida Portoviejo, nos recibía cada agosto cuando viajábamos a Picoazá. Recuerdo, que era posible tomar un taxi sin necesidad de llegar a la terminal, no había el miedo latente del peligro. Mi tía preparaba un ceviche para celebrar nuestra llegada, mientras la casa se llenaba de visitantes.
Con mis primos, salíamos a recorrer Picoazá en bicicleta, comprar bolos congelados, jugar en las maquinitas y saquear árboles frutales. Por la tarde, saltábamos de cancha en cancha jugando fútbol, incluso nos llevaban a otros lugares en baldes de camioneta para “pelotear” con otros niños —sé que uno de tantos se volvió profesional—. También había peleas, pero como dice “Andrés”, a quien llamaremos así por su seguridad, “eran a puño limpio”.
Al pasar las semanas me sentía uno más de ellos; su amistad sincera era liviana como su clima. Los amigos iban hasta nuestra puerta de madera para una aventura más. Había una niña, que para mí era la declaración del amor de ese lugar. También recuerdo que las abuelas y abuelos se mantenían tranquilos ante la vida pese a las dificultades. Siempre voy a admirar la templanza de los “picoazos”.
Desde un tiempo para acá, ese Picoaza es un lugar que ya no existe. Que se quedó en las memorias de quienes todavía viven ahí y se niegan a dejarlo.
En Picoazá, acceder a los servicios básicos siempre fue un desafío para los habitantes y una tarea sin concluir para los gobiernos de turno. Por ejemplo, hasta hace unos años los pobladores necesitaban de tanqueros de agua para abastecerse, mientras caminaban en calles de tierra. Y aunque hoy en el escenario hay un poco más de concreto, es un sitio donde los sueños de quienes empiezan a vivir están muriendo.
Hace más de tres años que no regreso a Picoazá… Solo me llegan noticias desalentadoras sobre la ola de violencia que afecta a la parroquia, sin duda pienso en todas las personas que conocí durante mi niñez y adolescencia.
Cuando me comuniqué con Andrés, me explicó que varios pobladores están involucrados en el “negocio de la droga”. Me cuenta también que hay menos juego; varios son orillados a quedarse en casa; no hay cometas, los ovos se caen de los árboles sin motivación y las piscinas de domingo; rotas del desuso se olvidan. Otros tantos cambiaron las sandalias por calzado deportivo, caminan con más prisa y se distancian de amistades por precaución. No hay celebraciones, ni puertas abiertas; todos se preocupan por eludir la amenaza del crimen organizado. Desde inicios de 2023 hasta junio de este año han sido asesinadas 49 personas en Picoazá; de todos ellos 17 eran estudiantes que buscaban mejorar su vida y la de sus familias…
Desde luego, esta situación se réplica en otros lugares de Ecuador. En el año 2023 se registraron 8151 asesinatos, y hasta junio de 2024 el Ministerio del Interior ha reportado 3037 más en el país. De las más de 11 mil víctimas de la violencia en el territorio; 1384 fueron en Manabí. Mientras que en Portoviejo sucedieron 379 casos de muertes infligidas.
Andrés el protagonista de nuestra historia nos relata que 2023 fue el año más complicado para la parroquia. La disputa de las bandas criminales por territorio se intensificó y las calles “olían a pólvora”. Era una suerte no presenciar tiroteos, las bandas incluso invadían velorios y canchas de fútbol. Y sí, al comparar 2023 con 2022, se evidencia un incremento del 169% de homicidios en Portoviejo.
Al analizar las cifras del Ministerio del Interior, se visualiza un incremento progresivo de jóvenes asesinados. Desde 2020 hasta junio de 2024 se registraron 56 homicidios a personas que no superaban los 25 años. Siendo 2023 el año más desfavorable para este grupo, pues hubo un incremento en la tasa de 356%, ya que en 2022 hubo 9 víctimas y para el siguiente año se multiplicaron a 41. Estas cifras son el indicio del impacto de la violencia en el sector educativo.
En Portoviejo, el tráfico interno de drogas, que en años previos no era una de las causas principales de homicidios, pasó a ser la segunda más importante en 2023. Andrés me explicó que desde “peladitos” los pobladores ingresan a los grupos delictivos y que muchos jóvenes ya son experimentados sicarios. Revisando la data, veo que un niño de 14 años —involucrado en el microtráfico— fue abatido en la vía pública de la parroquia San Pablo, el 18 de noviembre del mismo año. Me llena de angustia estos hechos, pues demuestran que las bandas criminales golpean con fuerza a la juventud, uno de los sectores más vulnerables en este contexto.
Otro dato que refuerza la hipótesis es el entregado por la Policía Nacional en febrero de 2023. Según la institución, en menos de dos meses 497 menores fueron detenidos por delitos como sicariato, microtráfico, robo, tenencia de armas y asesinatos. Por otro lado, en ese mismo mes se le decomisó un revolver a un estudiante en un colegio de Portoviejo.
Volviendo a 2024, Andrés nos mencionó que un niño de apenas 6 años colaboró con una de las bandas criminales de la zona. El menor habría escondido armamento de uno de los grupos, mientras se desarrollaba un operativo militar en la capital manabita. Adicional, nos relató que el microtráfico es la principal causa para los conflictos y riñas en la región, concluyendo que la mayoría de personas han sido seducidas por el “dinero fácil”.
Indagando los datos del Ministerio de Educación, descubrí que en el periodo 2022-2023 la tasa de matrícula de Nivel Inicial en Manabí fue del 64,37%, mientras que en Educación General Básica fue del 95,39% y en Bachillerato del 88,38%. Es decir, la Educación Inicial y el Bachillerato son de difícil acceso para los ciudadanos de la provincia. Desde luego, esto impacta en el acceso a la Educación Superior, donde la tasa de matrícula de los residentes es apenas el 9% de los estudiantes a nivel nacional.
Según los datos abiertos que ofrece el Ministerio de Educación, en Manabí la tasa de abandono durante el periodo 2021-2022 fue del 1,55%, mientras que para 2022-2023 aumentó a 1,65%. Lo que da a entender, que además de la dificultad de acceso a la educación hay obstáculos que impiden el libre desarrollo de los estudiantes. Mal que persiste en la educación superior, pues el 18,13% de universitarios desisten de su carrera, según los últimos datos que brinda Senescyt.
En cuanto a Picoazá, en el periodo de 2022-2023 al inicio hubo 5297 estudiantes y finalizó el periodo con 5075; 222 estudiantes menos. El caso de la Escuela de Educación Básica Carchi Imbabura es el más neurálgico, ya que disminuyeron 156 estudiantes en el periodo mencionado, por otro lado, la Unidad Educativa Picoazá registró la falta de 59 estudiantes y en la Unidad Educativa Luis Dueñas Vera aminoraron 11. Estos son los casos más significativos en la parroquia.
Grupo Faro en una de sus investigaciones determinó por medio del coeficiente de correlación de Pearson que 12 provincias presentan una relación negativa media o alta entre la tasa de homicidios y la tasa bruta de matrículas en la Educación General Básica. En el caso de Manabí concluyeron que existe una reciprocidad fuerte entre el índice de homicidios y la no promoción escolar. Por otro lado, no se pudieron analizar las cifras de las matrículas y el abandono escolar; por tanto, no se puede asegurar una correspondencia de estas con la tasa de asesinatos.
Fuente: Grupo Faro
Unicef a inicios de este año publicó números alarmantes sobre el asesinato a niñas, niños y adolescentes. En su estudio menciona que 4,3 millones de estudiantes no pudieron acceder al sistema educativo y que la tasa de homicidios aumentó en un 640% para 2023 respecto a 2019. "En los últimos meses, las muertes de niños, niñas y adolescentes han aumentado drásticamente debido a un incremento del crimen en varias partes de Ecuador”, explicó Garry Conille, director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe.
En cuanto a iniciativas, UNICEF, en colaboración con el Ministerio de Educación, apoya el "Plan de Escuelas Seguras" para mejorar la prevención de violencia y el cuidado de la salud mental; este año el proyecto procuró asegurar el regreso a clases en las zonas más conflictivas de la costa. Por otro lado, 118 organizaciones suscribieron un documento con el propósito de proteger a los jóvenes del país. Estas explican que para enfrentar el problema se necesita la participación del Estado, políticas públicas preventivas, un sistema de justicia eficiente y alternativas para la reinserción de los adolescentes que fueron reclutados por el crimen organizado. “Hacemos un llamado muy especial al Gobierno, a la sociedad ecuatoriana y a los medios de comunicación para que se sumen a la defensa de los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes de nuestro país sin discriminación por ningún motivo, especialmente por su origen territorial, socioeconómico y color de piel", expresaron.
Andrés sin ánimo me contó que perdió su trabajo en Santa Ana. Me reveló que el cobro de vacunas hizo que su jefe cierre sus empresas en el país. Entonces cavilo, y entiendo que la violencia quiebra con todas las oportunidades, no solo las que brinda la educación. Para finalizar los datos, la encuesta del INEC sobre empleabilidad reflejó que en el año 2019 el 17,6% de personas en Manabí no estudiaban ni trabajaban, para 2021 aumentó a 21,2%, mientras que en 2022 volvió a crecer a 21,5% y en 2023 se redujo a 21,4%, reflejando que la realidad se sostiene en el tiempo.
La educación es una pieza clave para alcanzar la igualdad de oportunidades, pero en muchos lugares del mundo los niños no tienen acceso a este derecho. Millones de infantes están condenados desde su nacimiento y enfrentan múltiples formas de explotación en su vida. Además, ante la ausencia del Estado y la sociedad, ellos se refugian donde pueden, en este caso las bandas criminales. Por tanto, de nosotros depende que estás realidades cambien, y haya un camino de solidaridad que tenemos que emprender, para que haya justicia social.